Málaga – Almogía – Villanueva de la concepción

En pocos kilómetros, el ruido urbano se transforma en campo abierto. Las colinas suaves conducen hasta Almogía y, más adelante, el paisaje se vuelve más agreste en dirección a Villanueva, donde se asoma la silueta del Torcal entre olivares y montes solitarios.

Esta ruta recorre el interior de la provincia de Málaga, pasando por Almogía y Villanueva de la Concepción, y bordeando el Pantano de Casasola. Es un recorrido exigente con constantes subidas y bajadas que ponen a prueba la resistencia del ciclista. Desde la salida en Málaga, el trayecto nos lleva a través de carreteras secundarias rodeadas de olivares y montes, con espectaculares vistas de la sierra y el embalse. Almogía ofrece un descanso perfecto antes de continuar hacia Villanueva de la Concepción, donde el paisaje cambia con la cercanía del espectacular Torcal de Antequera. Una ruta variada, con tramos rodadores y otros más exigentes que combinan deporte y naturaleza en estado puro.

Almogía es un pueblo con una fuerte herencia árabe, cuyo nombre proviene del término «Al-Mexía», que significa «la hermosa». Durante la dominación musulmana, formó parte de la defensa de Málaga con su castillo, del que aún quedan vestigios. Además, su estructura urbana, con calles estrechas y empinadas, conserva el trazado típico andalusí. En la época cristiana, la localidad jugó un papel clave en la Reconquista y posteriormente fue un enclave importante para la producción agrícola, especialmente de aceitunas y almendras. A día de hoy, Almogía es conocida también por su tradición en la música verdial, un cante folclórico típico de la Axarquía y los Montes de Málaga.

Villanueva de la Concepción, más reciente, se originó en el siglo XVIII como un enclave agrícola, impulsado por su ubicación estratégica en una zona de paso entre la comarca de Antequera y la costa. A lo largo de los siglos, se ha consolidado como un núcleo de actividad ganadera y agrícola, con un crecimiento basado en la producción de aceite de oliva y otros productos del campo. Su cercanía con El Torcal de Antequera, una de las formaciones kársticas más importantes de Europa, ha marcado su historia y desarrollo, atrayendo visitantes y científicos interesados en su geología única.

El Pantano de Casasola, construido en el siglo XX, es un embalse estratégico para el abastecimiento de agua en Málaga y un entorno de gran valor ecológico. Además de su función como reserva hídrica, el pantano es un refugio para diversas especies de aves acuáticas, lo que lo convierte en un punto de interés para los aficionados a la ornitología. Sus aguas, rodeadas de montes y vegetación autóctona, ofrecen también un paisaje de gran belleza natural.

La cocina de esta zona es una delicia para los ciclistas que buscan reponer energías. En Almogía es típico el gazpachuelo, una sopa caliente de pescado y mayonesa que antiguamente era un plato humilde consumido por los pescadores y que hoy se ha convertido en una especialidad de la gastronomía malagueña. También se pueden degustar las aceitunas aloreñas, con denominación de origen, caracterizadas por su aliño artesanal con hierbas aromáticas, y el chivo malagueño, una carne tierna y sabrosa muy apreciada en la cocina local. Además, en los bares del pueblo es frecuente encontrar tapas de embutidos caseros y quesos elaborados con leche de cabra.

En Villanueva de la Concepción destacan platos como la porra antequerana, una variante del salmorejo que se sirve fría y se acompaña con huevo duro y jamón, y los molletes de Antequera, ideales para acompañar con aceite de oliva y embutidos locales. Estos panecillos tiernos y esponjosos han sido un elemento fundamental en la alimentación de la zona durante siglos y son el desayuno preferido de muchos malagueños. Además, en la repostería local se pueden encontrar dulces tradicionales como los roscos de vino y los mantecados caseros, elaborados especialmente en épocas festivas.

En esta ruta predominan los olivares y almendros, con zonas de monte bajo donde crecen romero, tomillo y esparto. Estas plantas aromáticas han sido utilizadas tradicionalmente tanto en la gastronomía como en la medicina popular. En las proximidades del Pantano de Casasola, aparecen bosques de ribera con álamos y sauces, proporcionando sombra y frescura en los meses más cálidos. Estos espacios húmedos permiten la presencia de especies vegetales adaptadas a suelos con alta humedad, como los juncos y los lirios silvestres.

En El Torcal, la vegetación cambia con presencia de encinas y arces adaptados a su entorno rocoso. La escasez de suelo fértil y la dureza del clima han hecho que solo las especies más resistentes puedan sobrevivir en esta zona. Entre la vegetación del Torcal también se encuentran arbustos como el enebro y la sabina, que han desarrollado estrategias para aprovechar la humedad del aire y resistir las condiciones adversas del terreno kárstico.

El recorrido cruza zonas donde es posible avistar águilas reales, buitres leonados y halcones peregrinos. Estas aves rapaces encuentran en los acantilados y montañas de la zona un hábitat ideal para anidar y cazar. En los montes cercanos al embalse, habitan jabalíes y cabras montesas, animales que se han adaptado perfectamente al entorno agreste y rocoso. Mientras que las zonas de cultivos atraen conejos y perdices, especies que forman parte del ecosistema tradicional de la comarca y son también el sustento de algunas aves depredadoras.

Cerca de El Torcal, se pueden ver reptiles como lagartos ocelados, el mayor lagarto de la Península Ibérica, y una gran variedad de aves rupícolas que encuentran refugio en sus formaciones rocosas. Entre ellas destacan los vencejos reales, los cernícalos y algunas especies de búhos que anidan en las grietas de las rocas. La diversidad de fauna en esta zona convierte la ruta en un recorrido atractivo no solo para ciclistas, sino también para amantes de la naturaleza y la observación de aves.

Desde Málaga, la ruta asciende entre montañas, dejando atrás el bullicio urbano. El camino se envuelve en silencio y pinares hasta coronar el Puerto del León, antes de un descenso sereno hacia Olías.

Desde Coín, la ruta se despliega hacia el norte entre campos y sierras. Tras atravesar pueblos llenos de encanto, se alcanza El Chorro, donde los cañones y el Caminito del Rey marcan el punto álgido de una jornada larga, montañosa y espectacular.

En pocos kilómetros, el ruido urbano se transforma en campo abierto. Las colinas suaves conducen hasta Almogía y, más adelante, el paisaje se vuelve más agreste en dirección a Villanueva, donde se asoma la silueta del Torcal entre olivares y montes solitarios.