Coín – El Chorro

Desde Coín, la ruta se despliega hacia el norte entre campos y sierras. Tras atravesar pueblos llenos de encanto, se alcanza El Chorro, donde los cañones y el Caminito del Rey marcan el punto álgido de una jornada larga, montañosa y espectacular.

Esta ruta circular comienza y termina en Coín, ofreciendo un recorrido desafiante de 120 km con un desnivel acumulado de 1.800 metros. El trayecto se despliega entre paisajes montañosos y pintorescos pueblos malagueños, ideal para ciclistas en busca de una experiencia completa. Desde Coín, la ruta se adentra en localidades como Cártama, Pizarra, Álora y El Chorro, hogar del famoso Caminito del Rey. Continúa por Ardales, El Burgo, Yunquera y Alozaina, donde las vistas, el terreno variado y el escaso tráfico proporcionan un entorno perfecto para disfrutar del ciclismo en carretera. La ruta, aunque exigente, recompensa con vistas espectaculares y una conexión profunda con el paisaje rural de Málaga.

La historia de esta ruta refleja el rico legado cultural de la provincia de Málaga. Coín, punto de partida y llegada, es una localidad con siglos de historia que remonta su origen a la época romana, aunque ha sido habitada desde tiempos más antiguos. Pizarra, Cártama y Álora, en sus cercanías, son testigos de la huella de los fenicios y los musulmanes. El Caminito del Rey, uno de los hitos más espectaculares del recorrido, fue originalmente construido a principios del siglo XX para facilitar el paso de trabajadores entre las dos presas de la zona. Esta obra fue parte de un proyecto hidroeléctrico que marcó el desarrollo industrial de la región. La ruta también atraviesa antiguos caminos rurales que conectaban pueblos durante la época medieval, dando testimonio de la importancia del transporte en estas tierras. La región fue un importante centro industrial durante el siglo XIX debido a la minería, la agricultura y la producción de aceite de oliva, lo que dejó una profunda marca en su paisaje, arquitectura y tradiciones.

A lo largo de esta ruta, la gastronomía malagueña se presenta como una fusión perfecta entre la tradición rural y los sabores mediterráneos. En Coín, se destacan platos como la porra antequerana, una sopa fría a base de pan, tomate y pimientos, ideal para combatir el calor de la zona. Los guisos de caza, como el chivo al ajillo o el venado en salsa, son comunes en la zona. En los pueblos más cercanos al Caminito del Rey, los platos a base de aceite de oliva virgen extra, como el «ajo blanco» (una sopa fría de almendras), son una tradición. En el interior, las carnes de caza son una especialidad y el gazpacho malagueño es otro plato típico que no puede faltar en el recorrido. Los postres tradicionales, como los pestiños, los roscos de vino y las tortas de aceite, son populares en las zonas rurales. Además, no hay que perderse la oportunidad de probar el aceite de oliva virgen extra, reconocido internacionalmente, y los vinos de la región, que complementan perfectamente la experiencia gastronómica.

La flora de la ruta es una de las más representativas del paisaje mediterráneo y montañoso de la provincia de Málaga. A lo largo del trayecto, se pueden observar grandes bosques de pinos y encinas que cubren las colinas cercanas a Yunquera y Alozaina. Estas áreas de montaña son el hogar de especies como el espino al mar, el madroño y la jara, que pintan el paisaje de colores brillantes durante la primavera. Las zonas de ribera, cerca de los embalses y ríos, presentan una vegetación más exuberante, con cañas, juncos y álamos que crecen a lo largo de los cursos de agua. Los matorrales de tomillo, romero, lavanda y salvia cubren los caminos rurales y las sendas forestales, ofreciendo un perfume característico durante todo el recorrido. En las zonas de mayor altitud, las especies de montaña, como el acebuche y el almendro, se combinan con la vegetación mediterránea, creando un paisaje único. En los campos de cultivo, los olivos centenarios son una constante, aportando una sensación de rusticidad que define el entorno de la ruta.

La fauna que acompaña a esta ruta es tan variada como los paisajes que atraviesa. En las montañas cercanas a Coín y Cártama, es común ver cabras montesas, muflones y ciervos en su hábitat natural, mientras que las áreas más altas albergan especies emblemáticas como el águila real y el buitre leonado. En el área del Caminito del Rey, los acantilados y las zonas rocosas son ideales para el avistamiento de aves rapaces, como el halcón peregrino, que se desplaza a gran velocidad entre las grietas y despeñaderos. En las zonas más cercanas a los embalses de Ardales y El Chorro, la vida acuática cobra protagonismo: se pueden ver nutrias y diversos tipos de peces, como la trucha o el barbo. A lo largo de la ruta, se pueden avistar zorros, jabalíes, conejos y liebres, que son comunes en las zonas más boscosas y de matorral. Además, en los campos abiertos, se pueden observar aves como la perdiz roja y el sisón, que habitan las tierras de cultivo. El recorrido también es ideal para el avistamiento de especies migratorias, especialmente en los meses de primavera y otoño.

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Desde Málaga, la ruta asciende entre montañas, dejando atrás el bullicio urbano. El camino se envuelve en silencio y pinares hasta coronar el Puerto del León, antes de un descenso sereno hacia Olías.

Desde el litoral junto al Parador de Golf, la ruta se aleja del mar para ascender por el interior. Entre campos y pueblos blancos, el trazado gana altura camino a Mijas, con vistas que alternan costa y montaña antes de regresar a Torremolinos.

Desde Coín, la ruta se despliega hacia el norte entre campos y sierras. Tras atravesar pueblos llenos de encanto, se alcanza El Chorro, donde los cañones y el Caminito del Rey marcan el punto álgido de una jornada larga, montañosa y espectacular.